El sacerdote, hijo espiritual del Padre Pío, expondrá los principales rasgos de su espiritualidad en la conferencia que, bajo el título Padre Pío: una espiritualidad del siglo XXI, tendrá lugar mañana viernes, a las 15,30 en la sala Karol Wojtyla de la Fundación Educatio Servanda, sita en la segunda planta del colegio Juan Pablo II de Alcorcón.

La espiritualidad del Padre Pío, cuya figura en estos días se halla de plena actualidad, al estar sus restos expuestos en la basílica de San Pedro con motivo del Jubileo de la Misericordia, protagonizará la conferencia que mañana viernes, 12 de febrero, ofrecerá el padre Isaac en la sala Karol Wojtyla de la Fundación, sita en la segunda planta del colegio Juan Pablo II de Alcorcón. La conferencia, fijada a las 15,30 h, lleva por título Padre Pío: una espiritualidad del siglo XXI y está dirigida, tanto a los alumnos de Bachillerato del centro, como a todos aquellos padres que deseen acudir.

¿Por qué nos resulta tan atrayente el Padre Pío?, ¿cómo se explica que, casi cuarenta años después de muerto, este fraile capuchino, que fuera proclamado santo en 2002 por Juan Pablo II en loor de multitudes, siga suscitando pasiones entre millones de fieles?

El padre Isaac hablará de todo ello. Explicará los principales rasgos que definieron su espiritualidad y nos informará de cómo, a lo largo de toda su vida, el Señor fue cuidándole y preparándole para desarrollar la sanación de las almas.

Y es que hay pocas personas en España que superen al Padre Isaac en el conocimiento de la espiritualidad del Padre Pío. Vicario de la parroquia Santa María de la Alegría (Móstoles), licenciado en Derecho, y miembro del Instituto Secular Siervos del Sufrimiento, surgido por iniciativa del Padre Pío, el padre Isaac es además hijo espiritual del padre Pierino, discípulo aventajado del santo, y al que éste  predijo que su misión duraría hasta el fin del mundo.

Pero lo cierto es que ya lo advertía el propio Padre Pío cuando antes de morir –falleció el 23 de septiembre de 1968- afirmó que “haré más ruido muerto que vivo”.

Nacido en Pietrelcina, un pequeño pueblo de Italia el 25 de mayo de 1887, en el seno de una familia humilde, Francesco Forgione, -que así se llamaba el Padre Pío- sintió desde pequeño el deseo de consagrarse a Dios. En 1903, ingresó como clérigo en la orden de los Frailes Menores Capuchinos, siendo ordenado sacerdote en la Catedral de Benevetoen 1910, el mismo año en que se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permanecería hasta su muerte el 23 de setiembre de 1968.

El 20 de setiembre de 1918, recibe los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo en sus manos, pies y costado izquierdo, convirtiéndose en el primer sacerdote estigmatizado de la historia. Hasta este día, el Padre Pío, que además de los estigmas, recibiría otros carismas del Señor, como el discernimiento, la profecía, la bilocación, la curación, la levitación o la osmogenesia, llevó en todo momento una vida de entrega a Cristo dedicando sus energías a la oración –rezó hasta 34 rosarios en un día- y a la confesión, ministerio al que llegó a dedicar más de quince horas diarias, un hecho sorprendente que resulta más inexplicable, si cabe, en un hombre que a lo largo de su vida se vería afectado por todo tipo de enfermedades, achaques y la permanente pérdida de sangre ocasionada por las heridas de sus estigmas. Con razón fue llamado “Mártir de la confesión”.

Como preámbulo a la charla del viernes sirvan las palabras que pronunciara nuestro patrón, San Juan Pablo II, en la homilía de su canonización: “¡Cuán actual es la espiritualidad de la cruz que vivió el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza”.